Desde los bocetos en Caracas hasta los efectos visuales en Star Wars y X-Men, Ricardo Bonisoli ha convertido su pasión en una carrera estelar en Hollywood. Con su talento para crear mundos digitales, este artista venezolano ha dejado su huella en algunas de las producciones más icónicas del cine.

Tras trabajar en grandes estudios, Bonisoli decidió dar el salto a la dirección con The Seahorse Trainer, un cortometraje que fue preseleccionado para los Premios Óscar.

Trabajar en Lucasfilm le abrió las puertas a trabajos inolvidables. “El primer proyecto en el que trabajé se llama Valerian. Había cientos de criaturas, personajes, aliens (…) era muy divertido todos los días esculpiendo a un alien diferente”.

No obstante, hay uno que se lleva un lugar especial. “Creo que Star Wars fue una de las más grandes experiencias, por la emoción de la gente de estar en ese proyecto. Nunca me había tocado trabajar en un lugar donde hubiese tanta pasión”.

Ahora, su enfoque está en su primer largometraje, Ostrich Boy, inspirado en un personaje de su infancia y respaldado por importantes productores.

Para Bonisoli, el cine independiente representa la verdadera creatividad, un espacio donde puede contar sus propias historias sin limitaciones. A pesar de su éxito internacional, su sueño sigue intacto: regresar a Venezuela con un proyecto cinematográfico.

Con una trayectoria que desafía fronteras, Bonisoli demuestra que el talento y la perseverancia pueden transformar cualquier visión en realidad.

¿La próxima escena de su historia? Un largometraje que promete cautivar al mundo.