La Gran Brecha

La economía venezolana enfrenta una creciente brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo, alcanzando niveles cercanos al 25% en vísperas de la temporada navideña. Esta situación, considerada la más alta del año, está generando distorsiones significativas en el mercado.

El control cambiario, vigente desde 2003 bajo los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, ha experimentado una relativa estabilidad durante los últimos 9 meses. Sin embargo, desde finales de septiembre, el mercado de divisas comenzó a mostrar volatilidad. Actualmente, el dólar oficial se cotiza a 41 bolívares, mientras que el paralelo roza los 50 bolívares.

Según el economista Gustavo Machado, la tasa de cambio oficial aumenta semanalmente debido a la escasez de divisas y al incremento del gasto público para bonificaciones de fin de año. Los bolívares excedentes terminan en manos de agentes económicos capaces de dirigirlos al mercado cambiario, presionando al alza el precio de las divisas.

Esta situación provoca anomalías en el comercio y la administración familiar. Las empresas tienden a aumentar sus precios en porcentajes similares a la brecha cambiaria. Algunos consumidores aprovechan para vender dólares en el mercado paralelo y comprar en negocios que se rigen por la tasa oficial, obteniendo hasta un 20% más de rendimiento.

El economista Manuel Sutherland califica estas estrategias como "distorsiones" y señala que el tipo de cambio oficial está "apreciado" por el gobierno, que inyecta petrodólares para mantener su estabilidad. Esto genera pérdidas para la población común, destruye posibilidades de ganancias y reinversión para los empresarios, y alimenta un arbitraje desfavorable en la cadena económica.

La brecha cambiaria actual plantea desafíos significativos para la economía venezolana, afectando tanto a consumidores como a empresarios, y complicando aún más el panorama económico del país en vísperas de las festividades navideñas.

Dólar paralelo superó la barrera de los 50 bolívares pese a intervención del BCV

El voto latino se perfila como un factor decisivo en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, con 36,2 millones de hispanos habilitados para votar. Este electorado, el de mayor crecimiento desde 2020, podría inclinar la balanza en estados clave como Georgia, Arizona, Nevada y Pensilvania. Sin embargo, los expertos señalan que los partidos políticos aún no han desarrollado estrategias efectivas para captar este voto, considerando erróneamente a los hispanos como un bloque monolítico.

La situación de Ángel Ozuna, un mexicano nacionalizado estadounidense después de 27 años en el país, ilustra la complejidad del voto latino. Aunque inicialmente se inclinaba por Donald Trump, las polémicas declaraciones del candidato republicano le han hecho dudar. Este caso refleja la diversidad ideológica y de intereses dentro de la comunidad hispana, que abarca desde preocupaciones económicas hasta temas de inmigración y trato justo.

A pesar de que las encuestas muestran una ventaja para la candidata demócrata Kamala Harris entre los votantes hispanos, esta ventaja es la más baja para un demócrata desde 2016. Organizaciones como Galeo Impact Fund están trabajando para movilizar el voto latino, conscientes de su potencial para decidir las elecciones. Sin embargo, incidentes como comentarios ofensivos hacia comunidades específicas, como los puertorriqueños, pueden tener un impacto significativo en las preferencias de los votantes, demostrando la sensibilidad y complejidad del electorado hispano en Estados Unidos.