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Venezuela se encuentra al borde de un cambio crucial con dos escenarios posibles tras el 10 de enero, fecha marcada en la Constitución como el inicio de un nuevo mandato presidencial. El candidato Edmundo González Urrutia fue el legítimo ganador de las elecciones del 28 de julio, sin embargo, el oficialismo declaró vencedor a Nicolás Maduro sin pruebas concluyentes.

“Tiene de aquí al 10 de enero para avanzar en unos términos de negociación que hemos ofrecido. Hemos hablado de dar garantías, seguridades, incentivos. Por lo tanto, aquí hay dos escenarios. El 10 de enero se juramenta Edmundo González Urrutia como presidente constitucional y ganamos todos los países de América Latina, de Occidente, incluso aquellos que hoy apoyan a Maduro porque podrían avanzar en un proceso de transición ordenada, con mejores beneficios, o Maduro se niega y se aferra violentamente al poder, y vendrá un período mucho más difícil para él, donde los términos de negociación serían muchísimo menos favorables”, declaró María Corina Machado.

Con una creciente presión internacional, liderada por actores como Estados Unidos y la Unión Europea, Venezuela se encamina hacia un momento definitorio.

La resolución de esta crisis determinará no solo el futuro del país, sino también el impacto regional en temas como la migración y la seguridad hemisférica..

Venezuela registró 155 femicidios en diez meses de 2024

Petro, entre la espada y la pared: La posesión de ¨Nicolás Maduro¨ el 10 de enero de 2025 marca el inicio de un nuevo período presidencial en medio de cuestionamientos internacionales sobre las elecciones del 28 de julio. Para Colombia, este evento plantea un dilema político y diplomático crucial. La invitación de Maduro al presidente Gustavo Petro ha generado divisiones internas y críticas en sectores que condenan las irregularidades del régimen venezolano.

Si Petro asiste, podría enfrentar un alto costo político y cuestionamientos sobre sus credenciales democráticas, al asociarse con un gobierno señalado por violaciones a los derechos humanos y fraude electoral. Sin embargo, no asistir también implicaría riesgos, como el deterioro de las relaciones binacionales, afectando la cooperación en temas fronterizos, comerciales y de seguridad, especialmente en el contexto de su política de "Paz total".

Esta decisión, que tomará el presidente de Colombia lo pone entre la espada y la pared este 10 de enero. Representa un desafío estratégico con profundas repercusiones internas e internacionales.